El CSIC reconoce la relevancia de la erupción en La Palma para el avance en el pronóstico de colapsos volcánicos

Los volcanes colapsan, este es un hecho incontrovertido, pero aún desconocemos cómo y porqué. El volcán de Cumbre Vieja y su última erupción nos pueden ayudar a desvelar esta incógnita científica. El Dr. Pablo J. González, investigador del grupo de Volcanología del IPNA-CSIC señala en la prestigiosa revista Science que la comunidad científica debe avanzar para mejorar en el reconocimiento de potenciales patrones precursores asociados a este tipo de peligro volcánico.

Han pasado 60 años desde que el profesor D. Telesforo Bravo publicara un estudio relativo a la geología subterránea de la isla de Tenerife. En “El circo de Las Cañadas y sus dependencias”, este pionero de la disciplina en el Archipiélago postulaba una idea radical: los valles en forma de herradura que se abren hacia el mar y que plagan las Islas Canarias son consecuencia de colapsos masivos de volcanes que crecen rápidamente. Tan sólo dos años más tarde, el americano James Moore publicaría mapas de los fondos marinos alrededor de las islas Hawai’i. Esos nuevos mapas batimétricos eran pruebas irrefutables y reveladoras de la existencia de colosales depósitos submarinos debidos a estos colapsos.

Desde entonces, la ciencia ha avanzado mucho, pero los mecanismos capaces de debilitar hasta el punto del colapso nuestros volcanes siguen siendo desconocidos. En su artículo de opinión, el Dr. Pablo J. González, investigador del grupo de Volcanología del IPNA-CSIC, reflexiona sobre este problema y sugiere que la última erupción de la isla de La Palma puede aportar luz en la resolución del misterio.

Muchos volcanes en islas oceánicas crecen a tasas extraordinariamente veloces, en términos geológicos. Este crecimiento rápido de los volcanes los hace vulnerables al efecto de la gravedad y terminan colapsando. Afortunadamente para los habitantes de las islas, estos fenómenos colosales sólo ocurren de forma muy espaciada en el tiempo, cada varias decenas a centenares de miles de años. Sin embargo, se trata de un peligro geológico real. Otros colapsos, aunque de menor tamaño, tienen lugar con mayor frecuencia y pueden causar víctimas mortales. Sin irnos a un pasado remoto, es posible señalar casos significativos durante la erupción del volcán Santa Helena en 1980, o en diciembre de 2018 en el volcán Anak Krakatau en Indonesia. Por tanto, conocer su origen, cómo se desencadenan, y qué indicadores podríamos identificar como precursores para su pronóstico son retos científicos que hay que abordar.

Entre los volcanes de todo el mundo, Cumbre Vieja ha sido identificado desde hace tiempo como candidato a un futuro colapso. Aun así, no existe una opinión unánime entre la comunidad científica respecto al impacto que generaría. Se ha simulado un gran número de escenarios modelo, que indicarían desde futuros catastróficos a efectos muy locales. Esta disparidad de opiniones es indicativa de la gran falta de conocimientos con los que refinar estos pronósticos. González apunta que el único remedio es realizar investigación rigurosa y de carácter multidisciplinar.

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La reciente erupción de Cumbre Vieja es la de mayor volumen eruptivo en el registro histórico en la isla. Sin embargo, debido a la inmediatez de los acontecimientos, una serie de eventos volcano-tectónicos (fracturas del terreno y pequeñas bocas eruptivas) pasaron desapercibidos para la mayoría. Normalmente, el magma que alimenta los volcanes de Canarias, al igual que en otras muchas islas oceánicas, asciende a la superficie a través de diques. Se trata de conductos relativamente verticales, planos y muy alargados, es decir, mucho más largos de lo que lo son en anchura. El eje más largo se orienta en una dirección que suele coincidir con una línea de debilidad del volcán. Este patrón se cumplió durante la mayoría del transcurso de la erupción de 2021, pero se quebró durante la segunda mitad de noviembre. A partir de ese momento y hasta el final de la erupción, unas fracturas y bocas eruptivas rompieron la superficie de terreno en otra dirección (este-oeste). González subraya la relevancia de este sorprendente hecho e invita a los especialistas del campo a prestar mayor atención a estos indicios, puesto que en ellos podría encontrarse la respuesta que permita a la comunidad científica entender mejor qué produce el colapso de los volcanes. De este modo, la erupción en la isla de La Palma, que tantos daños ha ocasionado, podría convertirse también en una oportunidad para avanzar en estos conocimientos y ayudar a los habitantes de las islas a vivir de forma más segura a la sombra de un volcán.

González, P.J. (2022) Volcano-tectonic control of Cumbre Vieja. Science.

Un artículo de Pablo J. González.

Fotografías cedidas por Arturo Rodríguez.   

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